
La única forma de escapar es cerrando los ojos y dormirse.
Mientras, la batalla siempre parece decantada hacia el bando del General Edredón: por más que das vueltas huyendo de él siempre te persigue, sin darte un milímetro de respiro.
Cuando gana, ganáis los dos. Tanto ir detrás de ti acaba agotándote y por tanto, llegas a una dimensión en la que por mucho que se pegue a ti ya no eres consciente de él.
Cuando pierde, perdéis los dos. Volver a abrir los ojos es ser consciente de la lucha que no habías ganado definitivamente. Ganaste una batalla, no la guerra. Y esta guerra tiene pinta de durar 100 años.
O casi.
Ender
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