miércoles, 18 de marzo de 2009

Acontracorriente


El poblado permanecía ajeno a lo que estaba aconteciendo en la explanada sur, pasado el río. Un río curioso, por cierto. Era el único del mundo conocido como el "río amarillo", pero esa es otra historia y debe ser contada en otro momento.

La pobre se debatía entre ir o no ir. Normalmente cuando se encontraba en una situación similar corría a buscar las ventajas e inconvenientes de su inmediata decisión.

"Si yo..."

"Pero claro..."

"Aunque..."

Esta vez era muy diferente, todo era distinto. Algo en su interior murmuraba con voz juguetona:

<...te lo advertí, ¡niña!...>
- ¿Niña? ¡Ya nunca jamás seré una niña!

Llena de un vigor inesperado comenzó a avanzar sin dudar ni un instante. Con cada paso pensaba en las muchas cosas que no había analizado, pero no dejaba que eso la amedrentase. Al principio los ojos cerrados no la permitían ver qué ocurría a su alrededor, pero cuando por fin un pequeño titubeo de su pie consiguió que su mente también resbalara y se paralizara como una estatua, por el rabillo del ojo vio que no sólo ella era arrastrada hacia el punto de partida. Había infinidad de objetos que a trompicones eran llevados hasta el punto de origen, hasta el lugar en el que aquella voz la había empujado a avanzar sin pensar en nada más.

- Quizá... yo... debería volver y...
<...juuuujujujuju... ¡sí! Corre, ven y huye de aquello... jujujuju... ¡sabía que volverías conmigo!... jujujuuu...>

Arya no sabía qué hacer. Por un lado, lo que frente a ella se encontraba la daba miedo. Sabía que debía ocurrir, sabía que tenía que ir... Pero también era capaz de ver que otros aún no habían llegado, ni si quiera intentado llegar. ¿Por qué entonces ella debería intentarlo ya?

<...jujujujujuuu... ¡claro! Vuelve conmigo y ya tendrás tiempo de volver a pensar en esas cosas... o no... jujujuuuuju...>

¿Debería ir? De pronto notó como su pie, ese pie que momentos antes casi la había hecho caer, se deslizaba hacia atrás. El resto de su pequeño cuerpo seguía exactamente igual, pero ese condenado pie parecía haber decidido por ella sin haberla consultado.

- ¡Mi pie! ¿Qué me estás haciendo? ¿Por qué me tiras hacia ti?
<...¿tu pie?... jujujuju ¿acaso no te preocupan más tus manos? JIJIJIJIJIJIJIJIJIJ...>

Asustada, comenzó muy lentamente a abrir los ojos y al levantar levemente la cabeza vio horrorizada como de sus finos dedos salían una especie de cuerdas en cuyos extremos se hinchaban algo parecido a balones de colores.

- ¿¿Qué me está pasando?? ¡¡HAZ QUE PARE!! ¿Por qué me haces esto?- dijo entre sollozos.
<...no soy yo, pequeña... eso que ves, eso que tira de ti hacia lo que has dejado atrás no son más que... jujuju... qué pasa, ¿ahora no los reconoces?... ¡no son más que tus miedos!>
- ¡¡Yo no tengo miedo a nada!! ¡Sólo quieres engañarme!

El silencio de aquella voz la obligó a volver a mirar aquello que salía de sus manos y la frenaba en su avance. No sabía si lo que veía la asustaba o maravillaba. Más tarde supo que ambas cosas, pero en ese momento únicamente podía observar las diferentes texturas, colores y protuberancias de cada esfera. Había una de un verde pálido que llamó su atención sobre las demás.

- Eso de ahí... No puede ser. ¿Es eso la excursión de hace tres años que hice con...? ¿CÓMO SABES TÚ ESO?
<...ya te he dicho que yo no estoy haciendo nada, pequeña... yo no puedo ver más allá del material de las esferas... el interior ya es cosa tuya... qué pasa, ¿no te gusta lo que ves?...>
- Yo... había decidido no volver a recordar eso nunca jamás... Ese día para mí fue horrible…

<…vaya, pobrecita… ¿podría hacerte una pregunta?...Me intriga sobremanera la de color rojo…>


Asustada todavía por los abrumadores recuerdos, únicamente escuchó la palabra “rojo”. Volvió a ser consciente de su cuerpo. Ahora no sólo el pie traidor iba por su cuenta, las esferas de colores obligaban a sus brazos a estirarse hacia atrás facilitando así, al parecer, el trabajo de aquella voz que no hacía más que molestar y reírse de ella.


<…dije que me gustaría saber qué hay en la esfera roja… ¿tanto miedo te da volver a mirar? …jujuju…>


¿Mirar? Era imposible no mirar. Aunque los globos tiraban de su cuerpo para atrás, algunos describían trayectorias fuera de sentido, girando a su alrededor, mostrando su alegría por tener tan cerca a Arya… y hacerla sufrir. Ni cerrando los ojos la joven conseguía olvidarse por un momento de su situación. Dentro de esas locas trayectorias, algunas esferas chocaban con su cabeza penetrando así en la mente de Arya, obligándola a rememorar esas escenas, algunas ya olvidadas. Los recuerdos entraban sin llamar y cada vez le costaba más tratar de cerrar la puerta, sacar fuerzas para echarles.


<…vamos, pequeña… es inútil que te resistas…>


Las palabras sonaban muy lejanas. Su conciencia estaba ocupada en alejarse de aquel hombre del parque que la miraba por encima del periódico, de aquella vez en Ceuta en la que un mono se subió por su pierna y la tiró del pelo, la vez en la que se despistó un momento y se encontró sola en los grandes almacenes, la bestia de ojos rojos de la película que su primo le obligó a ver… Fracciones de segundo que hacían temblar su pequeño cuerpo sin poder hacer nada por evitarlo. Sin tiempo para recuperarse, la siguiente esfera minaba su ánimo rememorando para ella, y sólo para ella, un nuevo episodio de su corta pero intensa vida.

Arya no lo sabía, pero algo dentro de ella sí. La ansiedad ante el momento que estaba a punto de llegar crecía y crecía, mientras la parte consciente luchaba con sonidos, olores, imágenes… Y al fin, para su desgracia, la gota que colma siempre todos los vasos llegó en forma de esfera roja. Cuando la vio frente sí, con su abrigo carmesí y su larga cabellera sus ojos se abrieron desorbitadamente, tratando de absorber todas esas imágenes mientras no daba crédito de poder disfrutar una vez más de ese recuerdo. Lo había aparcado hace un tiempo atrás, sin intención de volver a acercarse a ese rinconcito oscuro en el que se lo había escondido a sí misma. Este recuerdo, muy a su pesar, era distinto a los demás. No tanto por su contenido, evidentemente, sino porque duraba mucho más que los intrusos que lo precedieron. La esbelta figura envuelta en el abrigo rojo parecía moverse a cámara lenta, caminando hacia un punto en la lejanía, fuera de la vista de Arya. De pronto otra figura apareció en aquella imagen, se movía mucho más lenta que la sombra roja que se adivinaba ya al final, cada vez más lejos. Aquella segunda sombra era ella misma.


- Noooooooooooooooooooooo…vu-vuel-vvveeeee…- los gemidos de dolor retumbaron en su cabeza. Su cuerpo, exhausto tras tanto sufrimiento, cayó al suelo sumando a todo el mal que sentía un par de heridas en rodillas y manos.

<…así que ése era el rojo… >


Lágrimas resbalaban por las pálidas mejillas de una niña cansada de luchar. Sin importarla nada más, hizo caso omiso al movimiento mecanizado que sus extremidades se encargaban de llevar a cabo. ¿Para qué imponerse y recobrar el autocontrol? Lo más fácil sería rendirse y, de nuevo, volver a la comodidad de lo conocido.


<…eso es… lo llego a saber y centro tu atención antes en el rojo… jujuju… ya sabía yo que no eras más que una niña que no agu…>

- ¿QUÉ? ¿¿Una niña?? – no le dejó ni terminar la frase, saliera de donde saliera.


Niña… Se había enfurruñado demasiadas veces... Ya no era una niña, ni volvería a serlo por muchos hombres mirones que la atosigaran, ni monstruos raros de ojos más raros aún parecieran esconderse en cada rincón de su cuarto al anochecer, ni… ni aunque cada vez viese más y más lejos aquella forma roja…

Sin darse cuenta estaba de pie. Volvía a tener el control de su cuerpo, salvo las manos, que seguían tirando de ella hacia atrás debido a las esferas de recuerdos. No, de recuerdos no. Esferas de miedos. Y sólo las niñas tontas y débiles tenían miedos que las persiguen allá donde fuesen. Arya tenía claro que ni era una niña tonta y débil, ni quería avanzar por el mundo frenada por miedos que la cohibirían de aprender, sentir, experimentar... vivir. Con mucho esfuerzo, su mano derecha se aproximó a la otra. Agarró los hilos y tiró fuertemente hasta romperlos todos. Una vez terminó con las dos manos, el cansancio la invadió de nuevo. El cansancio y la duda, por supuesto, era imposible no mirar el vuelo de aquellas coloridas cápsulas.


"Si yo..."

"Pero claro..."

"Aunque..."



- ¡NO! Nunca más las preguntas de siempre. ¡Nunca más seré una niña!


Decidida, dio un paso al frente.




Ender


PD: Siento mucho la tardanza... Me era imposible terminar la historia.
Siento también el pequeño guiño a un grande, lo necesitaba.
Posted by Picasa

sábado, 14 de marzo de 2009

Camino

Esto comienza...

La idea que tengo en mente es crear una entrada con un material (ya sea una fotografía, un dibujo, un texto, un vídeo, una noticia...) y tras un par de días ampliarla con aquello que crea que es necesario.

¿Por qué hago esto? Simplemente mi intención es que aquellos que observéis a tiempo el material que haya subido tengan un breve periodo de tiempo para reflexionar acerca de lo que os sugiere, evoca, os hace sentir lo que habéis visto o escuchado. Una vez lo tengáis claro, estáis invitados a participar dejando vuestro comentario y añadir el material que queráis siempre y cuando ayude a completar vuestras ideas.

¿Y todo esto por qué? No busco el crear cada cierto tiempo una entrada en la que contar algo al que se quiera pasar. Busco formar algo entre todos, donde pueda participar todo el mundo y añadir y conformar mejor lo ya expuesto.

Por ahora, aquellos a los que avise directamente y estéis interesados ya tenéis material con el que trabajar. Entre tanto, espero que poco a poco vaya creciendo el número de participantes y logremos entre todos formar algo digno de recordar en nuestras mentes.

La fotografía la hice en noviembre de 2008, son las vías del tren que pasa por Durango (País Vasco) al anochecer. Lindos recuerdos de ese viaje guardo, a ver dentro de unos días qué me hace escribir esas vías hacia el infinito.

Ya habéis sido avisados muchos y han pasado varios días. Procedo a completar la entrada!

Supongo que en otra ocasión lo que esta foto me sugeriría sería bien distinto y no tan... evidente. Pero hace justo una semana me encontraba en otro país de viaje con varios amigos de la facultad.
Parece mentira lo fácil (aunque no económico) que puede llegar a ser trasladarse de un lado a otro, aunque el destino al que pretendas ir se encuentre a miles de kilómetros de distancia.
No sólo es fácil, sino también rápido. Por suerte todo ha evolucionado mucho y un recorrido de aproximadamente 1800 km se hace apenas en menos de 3 horas.

Pero sin embargo...
Sin embargo muchas veces tenemos a alguien importante mucho más cerca y por cualquier razón no sabemos de esa persona en mucho tiempo. No ponemos nada de nuestro parte. Quizá ese alguien fue desapareciendo poco a poco de nuestras vidas, o simplemente un día la relación se cortó sin más...
Y muchas veces no llega ni a los 10 minutos de distancia...

Las barreras nunca son físicas, son emocionales.

Ender

viernes, 13 de marzo de 2009

Recurriendo a los de siempre

Un recuerdo es tan grande como el tiempo que puedas retenerlo en tu mente.
El infinito es un paso más de los que puedas llegar a dar.

La línea que casi lo toca no es perfecta, como tampoco los pasos que se dirigen a ella. A él.
Avanza imaginando puentes mientras tratas de rozar, oler y sentir imágenes, letras y sonidos que permanecerán entre nosotros.

Eso sí... sólo durante el tiempo que duren en tu mente... y en la mía.


Iniciando...

Ender