Siempre digo que se cuentan con los dedos de una mano, aunque en realidad siempre ha sobrado alguno.
Ahora se cierra más, y este era el más importante, el dedo gordo.
Poco a poco así nos quedaremos, mi puño y yo. Ya no habrá dedos que se agarraren a todo lo que vean, cosiguiendo frenarnos a mi mano y a mí.
Mi puño y yo. Muy bien acompañados.
Ender
Si me deja ser meñique, puedo intentar abrirle el puño un poquito y ser amigos en mi pequeño cabaret.
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